sábado, 30 de abril de 2011

Atreverme a todo, para esperar todo.

¿Qué haces cuando la seguís remando, sin importar que se crucen miles de temporales en medio de tu camino, sin importar que te cayeras del bote miles de veces y perdiste los remos más de una vez? ¿Qué haces para no bajar los brazos, para que una lágrima no afecte y que el corazón no duela? ¿Cómo haces para volver a la orilla, cambiarte la ropa mojada, acomodar de nuevo el bote, calzar los remos al hombro y buscar una nueva estrategia para salir con la cabeza en alto, sin recordar tus fracasos y con la esperanza de un logro?

¿Cómo haces para creer todo de lo que vos estas convencido, si en tus actos pasa lo opuesto? Contradictorio ¿No?

Sabes que la vida no es fácil, que es un camino largo por recorrer y de la cual hay mucho por aprender. Sabes que por mas que te tiren mil ladrillos por la cabeza, el dolor es pasajero, pero la experiencia y el aprendizaje es de por vida. Sabes que de los fracasos y lo difícil se saca mucho provecho, cambia el pensamiento, ayuda a madurar y a mirar las cosas completamente diferentes; y es por eso, que pasas a un segundo plano lo fácil y lo perfecto porque aburre, y mucho.

Y por sobre todo, tenés fe a esa frase armada que te repiten desde que tenés uso de razón: “después de la tormenta siempre sale el sol”. Y si “hay tal crisis”, sabes que no debes dejar las cosas a mitad de camino, que tarde o temprano le vas a encontrar ese ¿Por qué? Que te ronda todo el tiempo.

No me arrepiento ni me quejo en lo absoluto de los fracasos, tropezones o caídas que he tenido. Al contrario, los agradezco. Gracias a ellos cada día maduro un poco mas. Pero sin embargo me sigue quedando esa incógnita que me la pregunto todas las noches antes de dormir: ¿CÓMO HACER para arriesgarme, luchar, sacar voluntad y fuerzas de la galera, cuando todavía no ves que se asoma ni un rayo de sol en medio de la tormenta?

Será cuestión de “atreverme a todo, para esperar todo."



                                                                                                                         Cecilia Deredita.

viernes, 29 de abril de 2011

Federico.


Con él puedo hablar sin filtros.  Sabe casi todo de mí. Le cuento cada cosa importante que me pasa hasta la estupidez más grande. Sabe decirme las palabras justas en el momento preciso. Tenemos una conexión especial es como que nos llamamos con la mente, siempre que lo necesito está ahí.

Es mi amigo, mi confidente, mi consejero. Me hace reír y siempre me pone de buen humor cuando no lo estoy. Es inteligente, ingenioso y creativo. Admiro la voluntad que tiene para realizar ciertas cosas.

Es como si fuera mi amigo gay aunque se enferma cuando le digo eso. “Soy muy heterosexual me dice”. Yo me rio.

Lo quiero, es mi mejor amiguito.






jueves, 28 de abril de 2011

Queja.



Me quejo de la gente que se queja. Pregunta: ¿Para qué sirve quejarse? Si eso no soluciona el problema.

Quejarse sirve ¿Para descargarse? Quizás, pero eso tampoco soluciona nada.

Si nos quedamos solamente en la queja, no avanzamos, nos estancamos. Quedamos atrapados en un laberinto sin salida, en una casa sin puertas ni ventanas. Y muchas veces la salida está ahí, cerca y no podemos verla ¿Por qué? Porque nos estamos quejando. Nos encerramos adentro de nosotros mismos.

Cuando dejamos de quejarnos y en vez de hacer eso, invertimos nuestro tiempo actuando, resolviendo, ya no hay motivos para quejarse. Descubrimos que la solución estaba en nosotros mismos y únicamente nosotros elegimos; quejarnos o actuar y resolver.

Problema y solución tienen el mismo punto de origen, VOS.



martes, 19 de abril de 2011

¿Para qué sirve...?


…equivocarse?  Para aprender.

…aprender? Para crecer.

…crecer? Para superarnos.

…superarnos? Para ser mejores.

…ser mejores? Para  ayudar a otros.

…ayudar a otros? Para madurar.

…madurar? Para aceptar las diferencias.

…aceptar las diferencias? Para ser tolerantes.

…ser tolerantes? Para respetar.

…respetar? Para aceptar.

…aceptar? Para perdonar.

…perdonar? Para sentir paz.

…sentir paz? Para estar bien.

…estar bien? Para tener fuerza y coraje.

…tener fuerza y coraje? Para querer.

…para qué sirve querer? Para poder.




sábado, 16 de abril de 2011

Secuencia.


Loca. Histérica  por naturaleza. Primero digo si después no. Me arrepiento vuelvo a decir que si. Me aceptas de nuevo. Te quiero, me queres, nos queremos. Hablamos, nos leemos. Te busco, me buscas. Nos miramos, nos besamos, nos deseamos. Te sueño. Te pienso desde que me levanto en la mañana hasta que me duermo en la noche. A vos también te pasa lo mismo. Veo algo que no me gusta y dudo. Te lo digo, me das explicaciones. Desconfió. Me enojo y te peleo. Vos sos bueno y no peleas. Me tenés paciencia. Esperas. Se me pasa el enojo y todo vuelve a empezar. Es el cuento de nunca acabar. Finalmente se acaba. Tu paciencia se agota. Me decís que no querés más. A vos te duele. A mí también. Y me la banco. En parte porque se que yo hice mal las cosas. Y en parte porque no me  queda otra. 





lunes, 11 de abril de 2011

¿Qué tenía ese hombre que la volvía loca?


Todos se fueron y de repente, la casa quedó en silencio. Era una noche de verano tranquila, no muy calurosa, las estrellabas brillaban en el cielo cubiertas por algunas nubes.

Ella no dejaba de pensar en él. En cómo sería el encuentro entre ellos, si es que eso ocurría. Se sentía nerviosa ¿Por qué ese hombre la ponía en ese estado? ¿Por qué la inquietaba tanto? Se sentía insegura no sabía si confiar o no. Él por momentos le demostraba todo su amor, su cariño y su galantería.

Ella se sentía atraída ¿Qué tenía ese hombre que la volvía loca? Sus palabras dulces tal vez, su manera de hablar, de mirar. Se dirigía a ella de un modo especial. Ella lo sentía, lo buscaba, lo esperaba.

Las horas del día transcurrían y ella no dejaba de pensar en él. Deseaba hablar con él, escucharlo, sentirlo, tocarlo, mirarlo a los ojos, descubrirlo. Le encantaba leer sus historias, que describían como sería el encuentro entre ellos. Todo era mágico, surrealista, inexplicable.

Él la amaba con locura. Quería que ella fuera solamente suya. Ansiaba con desesperación verla, se conformaba con contemplarla aunque sea por un instante. Solo eso ya lo hacía sentir feliz. Ni siquiera en sus sueños ella estaba ausente. Perdía la noción de todo lo que ocurría a su alrededor de solo pensar en ella.

Ella anhelaba sentir como las manos de él se fundirían en su piel, lenta y apasionadamente. Se descolocaba ante la forma de ser de aquel hombre, tan impredecible, tan increíble.

Cuando se produjo el encuentro, los dos se quedaron en silencio. Se estudiaron a través de la mirada por unos minutos que parecieron eternos, se besaron y las primeras palabras fueron más difíciles que el primer beso.

Se deseaban de una manera irracional, casi animal. En el aire se respiraba un velo de sensualidad, goce y pasión. Las palabras estaban de más, solo había que sentir.




viernes, 8 de abril de 2011

Corazón rajado.


¿Quién cose un corazón cuando se raja?   ¿Cómo se hace para dejar de sentir?  ¿Qué se hace para dejar de pensar? 

No importa lo que te digan no hay nada que te saque el sabor amargo que llevas por dentro.

Nos cuesta tanto aceptar las diferencias y aprender a vivir con ellas. Y es tan difícil manejar las palabras y los silencios, aprender a cerrar la boca a tiempo, decir lo justo para no herir al otro.

¿Por qué queremos o intentamos hacer que el otro cambie? Si nosotros no cambiamos primero, no pretendamos que el otro lo haga. Y además no estamos en condiciones de pedirle que lo haga. Debemos dar lo que esperamos recibir.

Debemos aprender a ser flexibles. Querer al otro tal  cual es y no querer cambiarlo porque algo no nos gusta o nos molesta. Debemos aprender a ser tolerantes, a entender, y respetar al otro. Yo no hice nada de lo que les estoy diciendo y así me fue. Por eso digo esto, para que aprendan.


domingo, 3 de abril de 2011

Lo que nosotras queremos.



Si queremos que nos den algo, tenemos que aprender a pedirlo, y antes de pedir tenemos que saber qué es eso que queremos.

Las mujeres tenemos la especial capacidad de saber y no saber lo que queremos exactamente al mismo tiempo. Por momentos, queremos una cosa y les puedo asegurar que al minuto siguiente, podemos ya no quererla. No me pregunten porque somos así, porque no lo sé. Somos así y punto.

Ellos se desconciertan ante nuestras actitudes tan cambiantes y a  veces pienso que nos tienen miedo. No miedo en realidad, sino que les cuesta muchísimo entendernos. Y yo les recomiendo que no lo intenten porque a veces ni siquiera nosotras  podemos hacerlo.

Aquí les dejo una listita de algunas cosas que las mujeres queremos que ustedes hagan:

  • Tenemos la necesidad de hacer miles de preguntas. Traten de responderlas todas con paciencia.
  •  Siempre que nos conectamos al chat queremos que ustedes inicien la conversación.
  •  Cuando estamos en un lugar lejos queremos que nos llamen y nos digan que nos van a buscar.
  • Nos encanta que nos lleven el desayuno a la cama.
  •  No somos adivinas. Nos gusta que nos hablen y digan lo que sienten, lo que piensan, sus problemas y preocupaciones.
  • Nos interesa que  nos escuchen y nos presten atención cuando hablamos (aunque ya estén cansados de oírnos hagan un esfuerzo).
  • Si primero decimos verde y después naranja, no pregunten, hágannos caso. Llévennos el apunte.
  • Y siempre recuerden que si no sentimos no abrimos las piernas.