viernes, 18 de febrero de 2011

Cuando las miradas están presentes, las palabras están demás.


Hoy leí una frase de Shakespeare que dice: “Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón.” Y estoy de acuerdo con Shakespeare, porque con solo mirarse, dos personas ya se están diciendo algo.

La mirada es una conexión muy poderosa; es capaz de unir, de lastimar, de reconfortar. Transmite el verdadero ser, la esencia más profunda, el alma de una persona. Son el lenguaje del corazón, porque expresan lo que no dicen ni mil palabras, ni un gesto, ni un abrazo, ni nada. Son tan poderosas que traspasan al que las recibe y pueden ser;  de amor, de odio, cómplices, insinuantes, soberbias, provocadoras, inquisidoras, tiernas, pícaras, dulces, compasivas, indiferentes. Y también están, aquellas miradas que te erizan la piel

 A veces las palabras no importan, cuando uno no  sabe que decir, lo que no dice con la boca, lo dice  con la mirada. Sin decir una sola palabra, una mirada nos hace sentir, comprender, imaginar, amar, odiar, llorar, soñar, reír. Es increíble lo que provocan y cómo nos afectan.