Anoche me desperté asustada y
confundida. Tuve un sueño raro, confuso.
Soñé con mi abuelo, que ya se
murió; pero en el sueño lo sentí vivo,
tan vivo! No me pude acordar que me decía, debe haber sido algo importante, eso
hizo que me despertara tan sobresaltada.
Después me quedé un rato
despierta, pensando. Intentando descifrar el sueño… ¿Qué me habría dicho o que
me habría querido decir? No pude acordarme, y me dormí.
Hoy apenas me levanté, se me vino
otra vez el sueño a la cabeza, y pensé en mi abuelo, en cuantas cosas no le
dije cuando estaba vivo, en cuantas cosas él, tampoco dijo.
Asuntos pendientes, palabras no
dichas, historias inconclusas. ¿Por qué a veces pensamos algo y no lo decimos?
¿Por qué será, que a veces, nos cuesta hablar y otras, nos sobran las palabras?
Y cuando por fin nos decidimos a hablar, ya es tarde, se acabó el tiempo.
Tata (así le decía yo a mi
abuelo) me hubiera gustado decirte tantas cosas, hacerte varias preguntas…y no
lo hice, no me animé. Vos siempre infundías respeto (ahora 1º ves que te tuteo,
le gustaba que lo tratáramos de usted) y a veces, cuando era chica, te tenía
miedo.
Hoy ya no estás. Ya es tarde. El
cáncer avanzó y vos te fuiste.
Yo no te dije todo lo que pensaba
y todo lo que me hubiera gustado decirte. ¿Por qué? ¿Por qué no tuve el valor
de hacerlo? ¿Por qué te fuiste diciendo tan poco?
Ahora me doy cuenta del valor del
tiempo, de las personas, de las palabras. Y aprendí, a valorar todo eso.