Qué difícil es aprender a
quedarse callada/o. Qué difícil es manejar el silencio, incluso más que las
palabras.
¿Cuántas veces hemos hablado demás
y después nos arrepentimos? ¿Cuántas veces nuestra lengua va mucho más rápido que
nuestra cabeza y decimos cosas que no tendríamos que haber dicho? Por eso hay
que pensar antes de hablar y si lo que vas a decir no es bueno, es mejor
quedarse en silencio.
Hay veces que las palabras brotan a borbotones y salen
como una catarata incontrolable de la boca y recién nos damos cuenta de las
barbaridades que dijimos, precisamente cuando ya no hay vuelta atrás.
Por eso pienso que es muy bueno
practicar el silencio. Aprender a callar no es fácil y aprender a comunicarse a
través del silencio es algo maravilloso y que no todos manejan con destreza.
Las personas que hablan poco son
las más interesantes, porque las pocas palabras que dicen valen la pena
escucharlas.
Las personas que hablan mucho (he
aquí un clarísimo ejemplar) a veces; o la gran mayoría de las veces hablan sin
pensar. Lo que piensan y sienten lo largan, casi que lo escupen sin anestesia,
sin ningún filtro. Lo cual a mi me parece estupendo porque son las más sinceras
dicen las cosas sin pudor, sin temor. Dicen en la cara verdades que pocos se
animan a expresar.
Callar es escuchar.
Callar es mirar.
Callar es sentir.
Callar es respetar.
Callar es esperar.
1 comentario:
Saber esperar y dejar que el tiempo también haga lo suyo.
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